Las escuelas voucher de Milei son la versión actual de los ferrocarriles de la época de Menem. En
la década de los ’90 del siglo pasado, la privatización menemista de las empresas estatales de
servicios fue instalada en la opinión pública como necesaria gracias al vaciamiento, al deterioro
sistemático y al pésimo servicio que ofrecían como consecuencia del desfinanciamiento al que
fueron sometidas por la dictadura y los sucesivos gobiernos. Un ejemplo emblemático fue el
desmantelamiento del ferrocarril y de la red ferroviaria, una de las más importantes del mundo.
Ese derrumbe estuvo al servicio de los estrictos reclamos del mercado y de los negocios del gran
capital, y fue también posible por la completa colaboración de toda la burocracia sindical
peronista.
Las privatizaciones menemistas -sostenidas hasta el día de hoy por todos los gobiernos de
peronistas, radicales, macristas, y particularmente el kirchnerismo-, en el caso del ferrocarril,
terminaron en los trenes de la masacre de Once; y en la energía, en los cortes de luz sistemáticos
y agobiantes que sufre la mayoría de la población. También, como consecuencia del desastre
generado por esta política de todos los que gobernaron, hoy Massa pasa el costo al pueblo
trabajador con tarifazos constantes de luz, gas, transporte, nafta, etc.
Después de 40 años de gobiernos peronistas, macristas y radicales, vaciadores de la educación,
la escuela pública ha sido llevada a situaciones de colapso todavía peores, a causa de las
reformas antieducativas que devaluaron los aprendizajes, hundieron el salario docente,
provincializaron y desfinanciaron la educación, y provocaron la pauperización absoluta de la
comunidad educativa, en la cual 6 de cada 10 chicos/as es pobre y/o indigente.
Milei propone la eliminación de la educación universal
La campaña de Milei para privatizar la educación se apoya en la destrucción educativa generada
por todos los gobiernos desde hace 40 años, empezando por el de Carlos Menem, al que
caracterizó como el mejor presidente de todos los tiempos. El sistema de las escuelas voucher no
es un invento de Milei, viene de larga data y es la receta del capital para degradar los
presupuestos educativos y trasvasarlos a la empresa privada, para adecuar la educación a los
requerimientos del mercado y las empresas para convertirla en un negocio rentable, y, finalmente,
para liberar recursos –particularmente en países endeudados como la Argentina- para solventar
el déficit fiscal y el pago de la deuda externa.
El corazón de esta política es financiar la demanda educativa, es decir, sólo a aquellas/os
alumnas/os que vayan a la escuela, y eliminar el financiamiento de parte del Estado de una
educación para todos y cada una/o de las/os niñas/os y adolescentes que están en edad escolar
en la Argentina, distribuyendo el presupuesto en función de todas las escuelas necesarias para
atender la educación de todos. En la propuesta de Milei, para las familias y barrios más humildes,
que carecen de recursos y condiciones sociales que hagan viable la escolaridad de sus hijos, no
hay escuela voucher que valga. Se trata de una parte muy importante de quienes votaron por
Milei en las elecciones del 13 de agosto.
En la Argentina de hoy, con una escuela que brinda educación a quienes formen parte de la
población en edad escolar, se estima que “más de 653 mil niños de entre 4 y 17 años no van a la
escuela, que sólo 1 de cada 2 adolescentes que empieza el secundario logra terminarlo, que más
de 70 mil adolescentes dejan de estudiar porque necesitan trabajar para subsistir y que 55 mil
adolescentes abandonan la escuela cada año por embarazo o cuidado de otros niños”, y por el
cuadro monumental de la pobreza que los afecta. Y esto, según el ultra reaccionario medio MDZ, en febrero de este año. En realidad, la situación es marcadamente peor, con más de 8 millones
de niñes y adolescentes pobres o indigentes.
Esta política implica, desde el vamos, una reducción en picada de la educación, que directamente
expulsa a millones de la escuela, para quienes no habrá ni buena ni mala educación. La
deserción, en dichos de Milei, es un derecho que cada uno es libre de ejercer, como lo es para él
vender un riñón. Para los que sí puedan ir a la escuela, el mecanismo de darle un bono a cada
familia por estudiante producirá un desplazamiento hacia la educación privada para quienes
puedan sufragar aranceles más altos que el monto percibido por el bono, y una extrema
polarización entre escuelas ricas y escuelas pobres. Con la pérdida de matrícula se producirá un
desfinanciamiento mayor todavía de las escuelas públicas, con el agravante de que la educación
estatal es la única obligada a recibir a los alumnos que se anotan en ella, mientras la educación
privada selecciona sus clientes.
Negocio redondo
Este sistema promueve la aparición de manipulaciones de todo orden de parte de capitalistas que
pondrán escuelas privadas como forma de hacerse de un enorme beneficio, a costa de la
transferencia de los recursos educativos antes destinados a una educación universal, superando
la privatización educativa que significan los subsidios hoy ya existentes para la educación privada.
Habrá así escuelas privadas de élite, como ahora, para una ultraminoría, escuelas privadas de
segundo orden, y un proceso marcado de deterioro de la educación en forma generalizada,
incluso en el ámbito privado. Estamos hablando de la rapiña de un presupuesto que, aún
insuficiente, alcanza miles de millones de dólares.
Para esto, el liberfacho tiene una justificación política: “Milei dice que los vouchers son para
liberar a los alumnos, que son ‘rehenes’ de un “sistema de adoctrinamiento del Estado”. Un
‘adoctrinamiento del marxismo cultural’. El razonamiento es que los padres argentinos van a
elegir las escuelas privadas que no adoctrinan, se desfinanciarán las estatales que sí adoctrinan
y, así, mejorarán los aprendizajes” (Clarín, 24/4). Algo que ni al creador de este engendro de las
escuelas voucher, míster Milton Friedman, se le hubiera ocurrido.
Los docentes, sin derechos ni salarios
En las escuelas voucher el régimen laboral barre todos los derechos establecidos en los estatutos
docentes, profundizando la flexibilidad y precarización laboral, instaurando las condiciones
arbitrarias de empleo de la educación privada. Funciona sobre la base de la completa autonomía
de la escuela y de los cuerpos directivos, tanto para seleccionar personal cuanto para definir
salarios, que se basan en el mérito, que se define de acuerdo a las calificaciones de la dirección-
patronal, igual que la permanencia en el cargo. Tampoco existe la libertad de cátedra y, como en
la fábrica, la única ideología que vale es la del patrón.
Mercantilización y deterioro educativo
La experiencia en todos los países en los que se ha aplicado el sistema de escuelas que
promueve Milei es que el nivel de la educación retrocedió y las instituciones se hicieron cada vez
más arbitrarias, en el marco de un avance de grandes corporaciones que fueron fagocitándose
los recursos públicos y expandiéndose como pulpos educativos, incluso a escala internacional.
En Suecia, cuyo ejemplo utiliza Milei para destacar los logros de este tipo de emprendimiento,
anteriormente la educación pública, primaria y secundaria, era impartida exclusivamente por el
Estado. A partir de la reforma es impartida tanto por escuelas públicas a cargo de las Comunas
(Municipalidades) como por escuelas privadas, con o sin fines de lucro. La municipalización es
otra característica de la “voucherización”.
En los primeros años de la reforma las escuelas privadas que se creaban estaban a cargo de
instituciones sin fines de lucro. Con el tiempo fueron aumentando el número de escuelas con fines
de lucro para finalmente pasar a ser el tipo dominante. En 2016, el 61% de todas las escuelas
privadas primarias tenía fines de lucro. Cifra que en el caso de las escuelas secundarias privadas
llegaba al 87%. El número de escuelas confesionales también ha crecido en los últimos diez
años. La posibilidad de obtener ganancias atrajo a empresas de capital de riesgo (“venture capital
firms”) que, en los últimos años, han impulsado una concentración creciente en las escuelas
privadas formándose verdaderos cárteles, varios de los cuales ya cotizan en la Bolsa de
Estocolmo. La contracara son escuelas chárter para los pobres, que simplemente ofrecen un
entrenamiento laboral y una devaluada certificación educativa, destinada mayoritariamente a la
población inmigrante.
En el caso de Chile, el más notorio de Latinoamérica, y tratado especialmente en la nota de Pablo
Heller en esta edición, me limito a citar a Javiera Cubillos, que sostiene que “la implementación
del sistema de vouchers ha generado segregación y ha profundizado la desigualdad en el sistema
educativo, dado que las escuelas con mejor rendimiento y con mejores instalaciones son aquellas
que cobran aranceles altos y seleccionan a sus alumnos, dejando a los estudiantes más pobres y
vulnerables en escuelas con peores condiciones y menor calidad educativa” (Javiera Cubillos,
académica chilena, en La educación en Chile: del gremialismo al neoliberalismo).
Los antecedentes peronistas de escuelas autónomas en San Luis y Chaco
Los hermanos Rodríguez Saá en San Luis, y Jorge Capitanich en Chaco, se le adelantaron a
Milei, con escuelas autónomas con financiamiento estatal que, en el caso puntano, reciben
recursos en función de la cantidad de alumnos, como las escuelas voucher. En San Luis, las
escuelas voucher intentaron establecerse a partir del año 2000, pero la reacción popular en su
contra, especialmente de parte de la docencia, hizo que se retrocediera en ese intento. Fueron reemplazadas por decreto por las denominadas escuelas autogestionadas, y otras llamadas “generativas”, completamente autónomas, con currículas propias y sin respeto a ninguna condición laboral en su interior. De las 684 escuelas que hay en San Luis, 463 son públicas, 60 privadas, 20 autogeneradas y 141 generativas. Las recientes luchas en la provincia tienen como uno de sus ejes eliminar estas escuelas privatistas.
En Chaco, las escuelas se denominan de “gestión social”, y están también en mano de los aliados
y amigos del gobernador. Para dar toda una referencia de la condición y calidad de esas
escuelas, y de la situación que viven tanto alumnes como docentes, una de las más importantes
es la “emerenciana” Escuela Pública de Gestión Social N°2, en el barrio de Emerenciano Sena,
en “honor” a uno de los autores del femicidio de Cecilia Strzyzowski. Estas escuelas simil voucher
se reciclaron gracias a lo establecido en la actual Ley Nacional de Educación del kirchnerismo
(Ley 26.206), cuyos artículos 13 y 14 las habilitan.
En defensa de la escuela pública, enfrentemos el ataque de Milei y el ajuste de Massa y del FMI
La dirección de Ctera salió a criticar las escuelas voucher de Milei, cuya variante se aplica en la
legislación actual, como señalamos antes. Paralelamente, silenció el ajustazo histórico que realizó
y realiza el peronismo en el gobierno y llamó a votar al devaluador del FMI Sergio Massa. La
burocracia sindical (en particular la burocracia kirchnerista de Ctera), que dejó pasar todos los
ataques a la educación (incluyendo todas las reformas antieducativas desde Menem a la fecha)
es corresponsable de esta situación. Desde Tribuna Docente, con completa independencia del
gobierno y de la burocracia sindical, llamamos a la docencia y a la comunidad educativa a
enfrentar y derrotar el ataque de Milei, la agenda derechista de privatización y el ajuste
antieducativo de Massa y el FMI.
Daniel Sierra