Sigamos poniendo en pie los institutos educativos de cultura

El pasado lunes 10 de noviembre, lxs docentes del Instituto Vocacional de Arte (IVA) dieron una muestra contundente de democracia sindical y organización colectiva. A pesar de la expresa prohibición de la Dirección General de Enseñanza Artística (DGEART), que intentó frenar el proceso electoral con el pretexto de la “falta de personería gremial” de Ademys, más de un centenar de trabajadorxs se hicieron presentes para votar en plena calle, frente a las tres sedes del instituto.

El resultado de la prohibición: la elección validada por más del 50% del padrón docente de la institución y la consolidación de un cuerpo de nueve delegadas que ahora tendrá por delante la ardua tarea de canalizar y profundizar la lucha por mejoras edilicias, salariales y laborales.

Pero la maniobra antidemocrática de la DGEART no sorprendió a nadie. Desde hace tiempo, la dirección del área muestra incomodidad y resistencia ante el avance de la organización sindical independiente y combativa en los institutos artísticos. El antecedente más claro es el del Conservatorio Astor Piazzolla, donde en octubre de 2024 se consolidó un cuerpo de delegadxs tras un proceso de numerosas asambleas y reclamos que rompió años de silencio y subordinación que había instalado la burocracia sindical de la UTE.
Allí, la irrupción del sindicalismo de base impulsó demandas largamente postergadas: equiparación de partidas presupuestarias, creación de cargos estables, titularizaciones, reparación de espacios deteriorados, y la compra de instrumentos e insumos básicos —desde un arpa y una marimba hasta atriles y cuerdas— que deberían ser garantizados por el GCBA. 

Estos avances evidentemente encendieron las alarmas de una gestión que pretende mantener los institutos artísticos como territorios de desguace de la cultura . No es casual que la DGEART haya intentado suspender una elección legítima y prohibir el uso de los espacios institucionales a tales fines. Pero el tiro les salió por la culata: la elección en la calle se transformó en una jornada de unidad y fuerza colectiva, que no sólo legitimó al nuevo cuerpo de delegadxs, sino que además estrechó lazos entre los distintos institutos y con el propio sindicato. Lejos de disciplinar, la ofensiva patronal terminó fortaleciendo la conciencia y la solidaridad docente.

Lo ocurrido en el IVA demuestra que cuando la organización nace desde abajo, con genuino deseo de luchar por las mejores condiciones trabajo, ninguna ofensiva es capaz de detenerla.

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